James Howells, un ingeniero informático de Newport (Gales), perdió su demanda reclamando el derecho a recuperar un disco duro que contenía 8.000 Bitcoins (por valor de 770 millones de dólares) que fue arrojado por error a un vertedero en 2013. El tribunal británico rechazó la demanda porque decía Es "poco probable que el caso tenga éxito" y le preocupa que la excavación dañe el medio ambiente.

Aunque ofreció repetidamente compartir las ganancias si se encontraba el disco duro pero era rechazado, Howells aún afirmó que era dueño de este Bitcoin y buscaba explotar su valor en el futuro.