El año pasado, si me hubieran preguntado qué haría con 1000 dólares, probablemente habría dicho algo como comprarme un teléfono nuevo. Hoy, mi estrategia de inversión ha dado un giro radical. En lugar de derrochar en aparatos electrónicos, decidí sumergirme en el mundo de las criptomonedas.
Invertí la mitad de esos $1000 en BNB (Binance Coin) y los dejé en staking. Esta decisión dio sus frutos, ya que he estado ganando recompensas y reinvirtiéndolas en nuevos proyectos. La otra mitad se destinó a BNSOL, un token de staking líquido que me permite ganar recompensas mientras mantengo la liquidez.
La belleza de BNSOL es su flexibilidad. Puedo usarlo para comerciar, prestar, o incluso proporcionar liquidez en varias aplicaciones DeFi. Es como tener mi pastel y comérmelo también: ganando recompensas mientras aún tengo acceso a mis fondos.
Este cambio del consumismo a la inversión ha sido revelador. No solo he aprendido mucho sobre el mercado de criptomonedas, sino que también he visto rendimientos tangibles en mis inversiones. Es un viaje emocionante y estoy emocionada de ver a dónde me lleva a continuación.