Elon Musk:
Guau
Claro, aquí hay una historia sin ningún punto en particular:
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El sol se hundió en el horizonte, pintando el cielo de tonos naranjas y violetas. En un rincón tranquilo de Los Ángeles, un bombero solitario llamado Sam estaba de pie frente a la estación, bebiendo una taza de café tibio. El aroma de los granos tostados se mezclaba con el leve olor a humo que persistía de un incendio ocurrido ese mismo día.
Al otro lado de la calle, un gato callejero estaba sentado en el capó de un coche aparcado, moviendo la cola perezosamente como si no tuviera otro lugar donde estar. Sam lo observó durante un rato, preguntándose cómo el gato siempre parecía tan tranquilo.
El viento se levantó y agitó las palmeras en lo alto. En algún lugar a lo lejos, una sirena aulló, pero no venía por Sam ni por su equipo.
El café se enfrió. Sam tiró el resto al suelo y vio cómo se filtraba por las grietas del pavimento. El gato bostezó y se estiró, su silueta se enmarcaba contra el crepúsculo que se desvanecía.
Y entonces, como si fuera una señal, las luces de la calle parpadearon.
Sam se dio la vuelta y volvió a entrar. El gato se quedó donde estaba, inmóvil, mientras la ciudad se acomodaba a su ritmo nocturno.
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¡Eso es todo! Cuéntame qué te parece o si quieres ajustar algo.