Imaginemos un mundo en el que Bitcoin no fue creado por Satoshi Nakamoto, sino que nació gracias a la inteligencia artificial.
En este escenario, la IA puede haber diseñado Bitcoin como la solución ideal para una moneda descentralizada, teniendo en cuenta todos los defectos humanos y con el objetivo de crear un sistema que funcione basándose en matemáticas puras y consenso. La inteligencia artificial, desprovista de emociones y prejuicios, podría anticipar muchos de los problemas que vemos actualmente en el ecosistema de las criptomonedas y proponer soluciones que la mente humana no podría desarrollar con tanta rapidez ni eficiencia.
Esto significaría que el diseño mismo de Bitcoin está optimizado para lograr la mayor seguridad, eficiencia y resistencia a ataques con los que la mente humana sólo podría soñar. Quizás la IA haya previsto futuras tendencias e integraciones tecnológicas, haciendo de Bitcoin no solo una moneda, sino una plataforma para el futuro del mundo financiero.