2025 se perfila como un viaje salvaje para la industria tecnológica de EE. UU., y no de una buena manera. Con Donald Trump de vuelta en la Casa Blanca y Elon Musk moviendo hilos en todas partes, desde Silicon Valley hasta Capitol Hill, mejor prepárate para el caos.

El sector, que ya está lidiando con guerras de IA, prohibiciones de redes sociales y tensiones geopolíticas, ahora enfrenta un dúo impredecible con el poder de cambiar (o arruinar) todo.

El regreso de Trump significa que Big Tech está siendo arrastrada a sus planes, ya sea ayudando en políticas de deportación masiva o abordando la dominación tecnológica de China. Elon, por otro lado, se ha convertido en el nuevo rey maker, utilizando su plataforma de redes sociales X (anteriormente Twitter) y sus miles de millones.

Prohibiciones de TikTok, putrefacción cerebral y la lucha por la atención

Comencemos con TikTok. El reloj está corriendo—el juego de palabras es intencionado—sobre su fecha límite del 19 de enero para desinversión o una prohibición completa en EE. UU. La Corte Suprema escuchará argumentos a principios de enero, pero Trump ya ha presentado un escrito de amigo de la corte pidiendo un retraso.

¿Su razonamiento? El tribunal necesita “espacio para respirar” para tomar una decisión. Los críticos lo llaman dilación. Los partidarios dicen que es una “estrategia inteligente.” De cualquier manera, el futuro de TikTok en los EE. UU. está en la balanza.

Mientras tanto, el término “putrefacción cerebral” ha entrado oficialmente en el léxico cultural como la Palabra del Año de Oxford. Es apropiado, dado el estado de las redes sociales en 2024. Plataformas como Facebook se han estado ahogando en lodo generado por IA, llevando a los usuarios al aburrimiento o al asco absoluto.

El compromiso está cayendo. Los gobiernos están interviniendo. La prohibición de Australia sobre las redes sociales para cualquier persona menor de 16 años ha generado debates en todo el mundo. En América, las escuelas están prohibiendo los teléfonos inteligentes, y los legisladores están intensificando los esfuerzos para combatir la adicción digital.

La prohibición de TikTok por parte de Trump podría ser el mayor shock para el paisaje de las redes sociales hasta ahora. Si se sale con la suya, plataformas como X y Facebook podrían luchar por llenar el vacío, pero con usuarios ya fatigados por la basura impulsada por algoritmos, ¿quién puede decir que incluso se quedarán?

El acuerdo incómodo de Silicon Valley con Trump

Silicon Valley no es el adolescente rebelde que era en 2017. En ese entonces, los directores ejecutivos de Big Tech se comprometieron a resistir las políticas de Trump. En 2025, con presupuestos más ajustados y empleados con menos libertades, el tono ha cambiado. Se ha visto un flujo constante de ejecutivos tecnológicos en Mar-a-Lago, esencialmente rindiéndose ante Trump.

Según el propio presidente, “A todos les gusto.” ¿Por qué? Los contratos gubernamentales son jugosos, y los movimientos geopolíticos de Trump—como la escalada de guerras comerciales con China—crean oportunidades para las empresas dispuestas a jugar el juego.

Sin embargo, esta nueva alianza no está exenta de riesgos. Los libros de historia no verán con buenos ojos a las empresas que ayuden a las deportaciones masivas o que entren en contratos militares controvertidos. Pero con guerras en Ucrania y Gaza proporcionando cobertura moral, muchas empresas parecen listas para dar el salto.

IA, chips y la nueva Guerra Fría

La IA no es el ganso de los huevos de oro que todos pensaban que sería. Claro, es llamativa, pero los números no están sumando. Las empresas están invirtiendo miles de millones en centros de datos y semiconductores, sin embargo, los retornos son lentos.

Nvidia, el niño mimado de la IA, está bajo asedio. El CEO Jensen Huang enfrenta una competencia creciente de Amazon y Broadcom, mientras que las tensiones geopolíticas con China amenazan la dominación de Nvidia. Pekín no está tomando a la ligera las restricciones comerciales de EE. UU., y Nvidia es un objetivo principal para la represalia.

La consolidación es inevitable. Las startups de IA más pequeñas están cerrando, y los jugadores más grandes están mirando fusiones para mantenerse a flote. Mientras tanto, las comunidades locales están resistiendo la rápida expansión de los centros de datos. Los políticos están atrapados en el fuego cruzado, divididos entre los cabilderos tecnológicos y los constituyentes enojados.

Incluso las redacciones no son seguras. Las herramientas de IA son tanto una bendición como una maldición para el periodismo. Por un lado, ofrecen poderosas capacidades de reporteo. Por otro, están drenando los ingresos por publicidad y socavando las protecciones de derechos de autor. Los legisladores están apresurándose a modernizar la ley de derechos de autor, con el “uso justo” convirtiéndose en una palabra de moda.

¿Funcionará? Probablemente no. Pero la lucha está en marcha.

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