El comportamiento del comercio es como un juego entrelazado de contradicciones.

La mayoría de las veces, la tendencia del mercado es confusa y oscura, como si estuviéramos en una niebla, sin embargo, debemos despejar las nubes y ver la luz, anclando con precisión la dirección esencial.

El mercado es como un enorme vórtice de emociones, siguiendo la ley del exceso que lleva a la reversión. En momentos de caída, el pánico de la venta a la baja inunda el ambiente; en momentos de subida, la euforia de la compra a la alza resuena sin cesar.

En esta tumultuosa ola emocional, los pequeños inversores parecen perder el rumbo, siguiendo las tendencias. Los grandes actores, en cambio, se encuentran en la cima de la ola, controlando la situación con precisión; su clave para dominar el mercado radica en manipular hábilmente el instinto de los pequeños inversores de seguir la corriente, aprovechando la fuerza de otros para lograr su estrategia y cosechar beneficios en las fluctuaciones del mercado.