Compilado por: Jinse Finance

Nota: El futuro secretario del Tesoro de EE. UU., Scott Bessent, ha propuesto el concepto de 'reordenamiento económico global'.

Recientemente, el Bitcoin Policy Institute preparó un informe para Scott Bessent (A “Global Economic Reordering:” US-China Competition and Bitcoin as Tool of US Statecraft), que propone consolidar el dominio financiero de EE. UU. mediante el bitcoin.

A continuación se presenta un resumen del informe:

El orden monetario global enfrenta una presión creciente. La creciente inestabilidad fiscal, el aumento de la carga de la deuda y la intensificación de la competencia geopolítica están remodelando los fundamentos de la finanza internacional. Competidores liderados por China están tomando medidas estratégicas para reducir la dependencia del sistema del dólar dominado por EE. UU., establecer redes financieras alternativas y aprovechar las grietas en el orden existente para ampliar su influencia. Mediante la emisión de bonos denominados en dólares, el establecimiento de reservas de oro y la promoción de sistemas de pago digitales, China intenta desafiar el dominio de EE. UU. y reorganizar los flujos de capital globales a su favor. Estos desarrollos representan tanto una amenaza evidente como una oportunidad estratégica para EE. UU.

Para mantener el liderazgo en un entorno de competencia cada vez más feroz, EE. UU. debe adoptar una estrategia proactiva que redefina las condiciones de participación en la economía global. Esta estrategia debe integrar políticas monetarias, tecnológicas, industriales y geopolíticas para abordar vulnerabilidades estructurales, aumentar la resiliencia económica de EE. UU. y contrarrestar las ambiciones de fuerzas competitivas.

El núcleo de esta estrategia geoeconómica potencial es un sistema monetario renovado: el 'Sistema de Bretton Woods 3.0', que combina la estabilidad de activos de reserva tradicionales como el oro y los bonos del Tesoro de EE. UU. con herramientas financieras emergentes como el bitcoin y las stablecoins respaldadas por el dólar. Al aprovechar estos activos, EE. UU. puede modernizar su estructura financiera, estabilizar su situación fiscal y aumentar la confianza en el sistema del dólar. Herramientas como bonos a largo plazo, revalorización estratégica del oro y expansión de límites de swaps unirán a los aliados más estrechamente al rededor de una red financiera centrada en EE. UU., al mismo tiempo que crean un colchón para prevenir divisiones. A nivel nacional, revitalizar la base industrial de EE. UU., dirigir el crédito hacia sectores estratégicos y lograr independencia energética son cruciales para reconstruir el poder económico. Este esfuerzo requiere liberarse de prácticas financieras especulativas y de una dependencia excesiva de la liquidez a corto plazo. En cambio, mecanismos como la desregulación, fondos de riqueza estratégica y reformas del sector financiero asegurarán que la distribución del crédito favorezca el crecimiento económico a largo plazo, la innovación tecnológica y la resiliencia de las cadenas de suministro.

En el ámbito internacional, EE. UU. puede desplegar su ventaja financiera y tecnológica para crear un grupo geoeconómico duradero. Priorizar la obtención de innovaciones en inteligencia artificial, sistemas energéticos e infraestructura digital de EE. UU. proporcionará un poderoso incentivo para la alianza. Estas tecnologías son cruciales no solo para la competitividad global, sino también para fortalecer la cohesión del sistema económico liderado por EE. UU., ofreciendo beneficios claros de cooperación a los aliados, al tiempo que impiden que naciones hostiles obtengan las herramientas necesarias para desafiar la influencia estadounidense.

El bitcoin es comúnmente conocido como 'oro digital', y ofrece a EE. UU. una ventaja estratégica que se alinea con esta estrategia. Su escasez, portabilidad y descentralización lo convierten en un complemento ideal de activos de reserva tradicionales como el oro. Al establecer reservas estratégicas de bitcoin (SBR), EE. UU. puede diversificar su balance de activos nacionales, cubrir riesgos financieros sistémicos y asegurar una ventaja asimétrica frente a los competidores.

El bitcoin, como 'oro digital', está siendo adoptado cada vez más por inversores institucionales, empresas e incluso naciones, lo que resalta su utilidad en la era digital. EE. UU. se encuentra en una posición favorable para aprovechar este activo, ya que poseemos la mayor cantidad de bitcoins entre otros países (aproximadamente 207,000 bitcoins), la mayor cuota de minería (>35%), y los intercambios más seguros y populares.

La combinación de bitcoin y stablecoins respaldadas por el dólar puede aumentar la influencia global de la red del dólar, especialmente en mercados emergentes, donde el largo brazo del autoritarismo digital chino intenta ganar tracción. Apoyar estas herramientas posicionará a EE. UU. en la vanguardia de la innovación financiera, al mismo tiempo que fortalece la posición de liderazgo global del sistema del dólar.

Esta estrategia no se trata solo de competencia financiera, sino que también es un plan para asegurar el liderazgo económico, estabilizar la vulnerabilidad fiscal y mantener la ventaja tecnológica, superando a competidores casi equivalentes. Al coordinar la reforma monetaria con políticas industriales nacionales y políticas económicas internacionales, EE. UU. puede delinear los contornos de un nuevo orden global que se reconfigure en condiciones favorables a nuestra seguridad nacional y prosperidad sostenida.

En los últimos años, los bancos centrales han incrementado constantemente sus compras de oro, lo que ha llamado la atención. Sin embargo, recientemente algunos países también han comenzado a diversificar hacia el bitcoin, un movimiento que no ha sido tan evidente. Los países del Golfo y otros pueden haber comenzado a diversificarse hacia el bitcoin. La elección del presidente Donald Trump y sus declaraciones a favor del bitcoin pueden haber disparado la señal de inicio para la carrera global hacia la adopción del bitcoin por parte de soberanos e instituciones. Aunque hemos comenzado esta carrera, EE. UU. todavía enfrenta el riesgo de quedarse atrás.

El riesgo no puede ser mayor. Si no se toman medidas, EE. UU. podría perder terreno frente a aquellos que intentan destruir los cimientos de la economía y el poder geopolítico estadounidense. Al implementar medidas audaces y comprensivas —basadas en la modernización de activos de reserva, revitalización industrial y liderazgo tecnológico— EE. UU. puede consolidar su posición como la piedra angular de la estabilidad y la prosperidad global del siglo XXI.