Un estafador de Estados Unidos, que se hacía pasar por conductor de Uber, robó criptomonedas por un valor de 300,000 dólares a dos clientes.
El delincuente se disfrazaba de conductor, esperando a sus víctimas en el hotel W y dirigiéndose a ellas por su nombre. En el primer caso, pidió prestado el teléfono a un pasajero, alegando que su propio dispositivo estaba dañado. En el segundo caso, ofreció ayuda para resolver un problema con la aplicación de Uber, ya que esta mostraba que el conductor no había llegado.
En los documentos judiciales no se especifica cómo el estafador conocía los nombres de los pasajeros, sin embargo, se informa que amenazó a una de las víctimas que lo había sospechado de acciones deshonestas.