1. Crea detonantes de energía. Rodéate de imágenes, alarmas o citas que te impulsen a diario hacia tus objetivos.
2. Compite con un rival. Imagina a alguien que persigue tu objetivo. Pregúntate a diario: “¿Lo superé hoy?”
3. Imagina el éxito a diario. Escribe una carta de tu yo futuro y léela de nuevo para convertir la duda en creencia.
4. Ríete de las excusas. Conviértelas en chistes, como “Procrastinación: ¡fracaso garantizado!”. Búrlate de ellas y luego actúa.
5. Utiliza tu dolor. Deja que los miedos o la demostración de que los escépticos están equivocados aviven tu fuego cuando la motivación se desvanece.
“El dolor empuja, la creencia transforma”.