En esta guerra que ha durado más de treinta años, un grupo de geeks con ideales matemáticos finalmente cambió el rumbo de la civilización humana.
Autor: Chao
En el otoño profundo de 2024, Washington D.C. Las hojas de arce doradas caen lentamente de los plátanos de la Casa Blanca, el presidente Biden está de pie frente a la ventana de la Oficina Oval, mirando esta ciudad de la que pronto se despedirá.
Hace treinta y tres años, en el cercano Capitolio, como senador, él propuso el famoso proyecto de ley S.266. En ese momento, nunca imaginó que este aparentemente ordinario proyecto de ley se convertiría en la chispa de una "guerra de cifrado" que duraría más de treinta años. Tampoco podría haber imaginado que esta guerra terminaría en su último momento como presidente, con la victoria de los criptopunks.
Esta es una historia sobre fracasos y victorias, represión y resistencia, centralización y libertad, una epopeya que abarca más de una generación. En esta guerra que ha durado más de treinta años, un grupo de geeks con ideales matemáticos finalmente cambió el rumbo de la civilización humana.
Parte Uno: La noche antes de la guerra
Las cenizas de la Guerra Fría
Esta historia comienza mucho antes.
En 1975, en el laboratorio de investigación de IBM. Un grupo de científicos estaba desarrollando un revolucionario algoritmo de cifrado que más tarde se conocería como DES (Estándar de Cifrado de Datos). En ese momento, la industria de la computación estaba en un momento crítico: las computadoras personales estaban a punto de entrar en cada hogar y la tecnología de cifrado determinaría el rumbo de esta revolución.
Pero justo cuando este trabajo estaba a punto de completarse, la NSA (Agencia de Seguridad Nacional) intervino de repente. Por razones de seguridad nacional, pidieron reducir la longitud de la clave de 128 bits a 56 bits. Este cambio, que parecía técnico, en realidad redujo la seguridad del algoritmo en miles de billones de veces.
Bajo la sombra de la Guerra Fría, nadie se atrevía a cuestionar esta decisión. La tecnología de cifrado se consideraba equipo militar, y debía ser controlada estrictamente. Pero a medida que avanzaba la revolución de las computadoras personales, este pensamiento de la Guerra Fría comenzó a entrar en conflicto agudo con las demandas de la nueva era.
La guerra comienza
En la primavera de 1991, un informe interno de la NSA decía: "Con la proliferación de las computadoras personales y el desarrollo de Internet, la difusión de la tecnología de cifrado se convertirá en una amenaza significativa para la seguridad nacional. Debemos actuar antes de que este problema se descontrole."
Este informe finalmente llegó al escritorio del senador Joe Biden. Como miembro importante del Comité Judicial, decidió actuar. Propuso el proyecto de ley S.266 (Ley de Delitos Informáticos de 1991). La sección 1126 de la ley exige: "Los proveedores de servicios de comunicación electrónica y los fabricantes de dispositivos tienen la obligación de garantizar que el gobierno pueda acceder al contenido en texto claro de las comunicaciones cifradas."
En la superficie, esta era una ley contra el crimen. Pero en realidad, era la primera vez que el gobierno intentaba controlar las llaves de todo el mundo digital a través de la legislación.
Capítulo Dos: El código es un arma
La resistencia en el garaje
Mientras los políticos en Washington discutían este proyecto de ley, en un garaje en Colorado, el programador Phil Zimmermann estaba llevando a cabo una revolución silenciosa. Su software PGP (Pretty Good Privacy) permitía a las personas comunes utilizar tecnología de cifrado de nivel militar.
Cuando Zimmermann escuchó sobre el proyecto de ley S.266, se dio cuenta de que tenía que terminar PGP antes de que se aprobara la ley. Esto se convirtió en una carrera contra el tiempo.
Pero completar el desarrollo fue solo el primer paso. El gobierno de Estados Unidos clasificó el software de cifrado como equipo militar y prohibió su exportación. Frente a este obstáculo, Zimmermann tuvo una idea brillante: publicar el código fuente de PGP como un libro.
Este es el famoso caso de "Zimmermann Publishing". Porque, bajo la Primera Enmienda de la Constitución de Estados Unidos, las publicaciones están protegidas por la libertad de expresión. El gobierno puede regular el software, pero no puede prohibir la exportación de un libro de matemáticas.
Pronto, este libro técnico que parecía oscuro se propagó por todo el mundo. En todo el mundo, los programadores compraron este libro y volvieron a introducir el código impreso en sus computadoras. PGP fluyó como una corriente imparable, llegando silenciosamente a cada rincón del planeta.
La voz de la academia
La academia también se opuso. A principios de 1992, cuando el Congreso celebró una serie de audiencias sobre la regulación de la tecnología de cifrado, muchos expertos académicos se manifestaron en contra de establecer mecanismos de puerta trasera. Su argumento central era simple: un sistema de cifrado es seguro o no es seguro, no hay un estado intermedio.
Bajo la fuerte oposición de la comunidad tecnológica y académica, el proyecto de ley S.266 finalmente no fue aprobado. Esta fue la primera victoria para la libertad de cifrado, pero el gobierno claramente no se rendiría fácilmente.
Capítulo Tres: El ascenso de los criptopunks
El nacimiento de fuerzas emergentes
En 1992, Berkeley, California.
En la casa de John Gilmore, el quinto empleado de Sun Microsystems, un grupo de personas preocupadas por la privacidad y la tecnología de cifrado comenzó a reunirse regularmente. Estas reuniones atrajeron a entre veinte y treinta expertos técnicos de la Bahía, incluidos el científico de Intel Timothy May y el criptógrafo Eric Hughes. Cada mes, este grupo se reunía en la sala de conferencias de Gilmore para discutir criptografía, derechos de privacidad y libertades civiles en la era digital.
Estas reuniones pronto se desarrollaron en el lugar de origen del movimiento criptopunk. Los participantes se dieron cuenta de que la aparición del proyecto de ley S.266 presagiaba una batalla prolongada por las libertades civiles en la era digital. Después de varias reuniones, decidieron no permitir que las limitaciones físicas fueran un obstáculo, así que crearon una lista de correo de criptopunks. Este nombre proviene de la combinación de "cifrado" (Cypher) y "punk" (Punk). Pronto, esta lista de correo atrajo a cientos de miembros, incluidos científicos de la computación, criptógrafos y libertarios.
Declaración de independencia de la era digital
En marzo de 1993, Eric Hughes publicó (El Manifiesto Criptopunk). Este documento, que más tarde se consideró la Declaración de Independencia de la Era Digital, comenzaba diciendo:
"La privacidad es necesaria para mantener la apertura en una sociedad abierta. La privacidad no es secreto. Un asunto privado es algo que no quieres que todo el mundo sepa, pero no es algo que no quieres que nadie sepa. La privacidad es la capacidad de mostrar al mundo de manera selectiva quién eres."
Este pasaje se propagó rápidamente por la Internet temprana. Expresó con precisión el concepto central de un nuevo grupo emergente: en la era digital, la privacidad no es un privilegio, sino un derecho humano básico. Y la herramienta para proteger este derecho es la tecnología de cifrado.
La contraofensiva del gobierno
El ascenso de los criptopunks inquietó al gobierno de Clinton. En abril de 1993, la Casa Blanca lanzó un nuevo plan: Clipper Chip.
Esta es una trampa cuidadosamente diseñada. El gobierno afirma que este chip criptográfico satisfará simultáneamente las necesidades de privacidad y aplicación de la ley. Incluso convencieron a AT&T para que se comprometiera a comprar un millón de unidades.
Pero este plan pronto sufrió un golpe mortal. En junio de 1994, el investigador de AT&T, Matt Blaze, publicó un artículo que demostraba que la seguridad del Clipper Chip era prácticamente inexistente. Este descubrimiento puso al gobierno en una situación incómoda, y AT&T rápidamente abandonó el plan de compra.
Más importante aún, este asunto hizo que el público se diera cuenta por primera vez de que los sistemas de cifrado controlados por el gobierno no son de fiar.
Bajo estas luchas públicas, corrientes más profundas estaban en movimiento. En 1994, Amsterdam. Un grupo de criptopunks se reunía en secreto. Discutían una idea más disruptiva: la moneda digital.
"La verdadera razón por la que el gobierno quiere controlar el cifrado es que quiere controlar el dinero", dijo un participante, "si podemos crear una moneda que no esté bajo control, eso sería la verdadera revolución."
Capítulo Cuatro: La evolución del sistema
La crisis de Netscape
En 1995, Silicon Valley.
Una compañía llamada Netscape estaba reescribiendo la historia. Esta empresa, cofundada por Marc Andreessen de 24 años y el experimentado Jim Clark, llevó Internet a la vida de las personas comunes. El 9 de agosto, Netscape salió a bolsa. El precio de apertura fue de 28 dólares y cerró en 58.25 dólares, llevando la valoración de la compañía a más de 29 mil millones de dólares de la noche a la mañana. Este fue el inicio de la era de Internet.
En este período crítico, el equipo de Netscape desarrolló el protocolo de cifrado SSL. Pero debido a las restricciones de exportación del gobierno de Estados Unidos, tuvieron que lanzar dos versiones:
Versión estadounidense: Cifrado fuerte de 128 bits
Versión internacional: Solo se puede usar cifrado de 40 bits
Este doble estándar pronto demostró ser desastroso. Un estudiante francés logró romper el SSL de 40 bits en 8 días. Esta noticia sorprendió al mundo empresarial. "Este es el resultado de la regulación gubernamental", dijeron los ingenieros de Netscape con ira, "no están protegiendo la seguridad, están creando vulnerabilidades."
En 2009, el cofundador de Netscape, Marc Andreessen, junto con Ben Horowitz, cofundaron la firma de capital de riesgo a16z, que rápidamente se convirtió en una de las instituciones de inversión más activas en el ámbito de las criptomonedas. Como empresa, Marc Andreessen tuvo que ceder a las demandas del gobierno. Pero como inversor, Marc Andreessen continuó apoyando esta guerra de criptomonedas.
El surgimiento del movimiento de código abierto
En la guerra de cifrado, había un aliado inesperado: el movimiento de código abierto.
En 1991, un estudiante finlandés llamado Linus Torvalds lanzó la primera versión de Linux. Para eludir los controles de exportación de Estados Unidos, decidió colocar el módulo de cifrado fuera del núcleo. Esta decisión, que parecía un compromiso, permitió que Linux se propagara libremente por todo el mundo.
El movimiento de código abierto cambió el panorama de toda la industria tecnológica. Las ideas de los criptopunks, que alguna vez se consideraron idealistas, comenzaron a florecer en la realidad:
El código debe ser libre
El conocimiento debe compartirse
La descentralización es el futuro
Bill Gates de Microsoft llamó al código abierto "un virus informático", pero se equivocó, el código abierto se convirtió en el futuro.
La guerra de cifrado también apoyó enormemente al movimiento de código abierto. En 1996, en el caso de Daniel Bernstein contra el gobierno de EE. UU. sobre las restricciones a la exportación de software de cifrado, el tribunal dictó por primera vez: el código de computadora es una forma de expresión protegida por la Primera Enmienda. Este fallo histórico eliminó los obstáculos legales para el movimiento de código abierto. Hoy en día, el software de código abierto se ha convertido en la base de Internet.
Fin de la primera fase de la guerra
Para 1999, la situación era irreversible. El gobierno de Clinton finalmente relajó las restricciones de exportación de tecnología de cifrado que habían durado décadas. La revista (The Economist) comentó: "No solo es una guerra sobre tecnología, sino una guerra sobre libertad."
Los resultados de la guerra están cambiando el mundo:
PGP se convirtió en el estándar para el cifrado de correos electrónicos
SSL/TLS protege todas las transacciones en línea
Linux y el software de código abierto cambiaron toda la industria tecnológica
La tecnología de cifrado se convirtió en la infraestructura de la era digital
Pero esto es solo el comienzo. La mirada de los criptopunks ya se ha dirigido a un objetivo más ambicioso: el sistema monetario en sí.
Capítulo Cinco: La guerra de las monedas
Pioneros de las criptomonedas
En 1990, el criptógrafo David Chaum fundó la empresa DigiCash, iniciando la fusión de la criptografía y los pagos electrónicos. DigiCash creó un sistema que protegía la privacidad y prevenía el doble gasto mediante la tecnología de "firma ciega". Aunque la empresa finalmente declaró la quiebra en 1998, su influencia fue profunda.
En la siguiente década, una serie de ideas innovadoras emergieron:
En 1997, Adam Back inventó Hashcash. Este sistema, que inicialmente se utilizó para combatir el spam, hizo realidad por primera vez el concepto de "prueba de trabajo".
En 1998, Wei Dai presentó la propuesta de B-money. Este fue el primer sistema de moneda digital distribuido descrito de manera completa, en el que los participantes crean dinero resolviendo problemas computacionales, lo que conocemos como PoW. La contribución de Wei Dai fue tan importante que años después, el fundador de Ethereum, Vitalik Buterin, nombró la unidad mínima de moneda de Ethereum como "Wei" para rendir homenaje a este pionero.
Entre 1998 y 2005, Nick Szabo presentó la idea de BitGold. No solo combinó ingeniosamente la prueba de trabajo con el almacenamiento de valor, sino que también propuso el revolucionario concepto de "contratos inteligentes".
El nacimiento de Bitcoin
El trabajo de estos pioneros parecía estar al borde del sueño, pero siempre les faltaba la última pieza del rompecabezas. ¿Cómo lograr que todos los participantes llegaran a un consenso sobre las transacciones sin una entidad centralizada? Esta pregunta atormentó a los criptógrafos durante 20 años.
El 31 de octubre de 2008, un misterioso individuo bajo el seudónimo de Satoshi Nakamoto publicó el libro blanco de Bitcoin en una lista de correo de criptografía. Esta propuesta integró ingeniosamente varias tecnologías existentes:
Adoptó un sistema de prueba de trabajo similar a Hashcash
Inspirado en el diseño descentralizado de B-money
Utilizó árboles de Merkle para la verificación de transacciones
Propuso de manera innovadora la blockchain para resolver el problema del doble gasto
Este nuevo sistema resolvió el problema que todos los anteriores sistemas de moneda digital no habían podido resolver: cómo alcanzar un consenso en un entorno completamente descentralizado.
Más importante aún, el momento elegido para lanzar esta propuesta fue muy sutil. Solo un mes antes, Lehman Brothers colapsó, y la crisis financiera global estalló por completo. La gente comenzó a cuestionar la estabilidad del sistema financiero tradicional.
El 3 de enero de 2009, se creó el bloque génesis de Bitcoin. Satoshi Nakamoto escribió en el bloque: "The Times 03/Jan/2009 Chancellor on brink of second bailout for banks"
Este titular de (The Times) no solo es un registro del tiempo de creación del bloque, sino también una protesta silenciosa contra el sistema financiero tradicional.
El receptor de la primera transacción de Bitcoin fue Hal Finney, quien había hecho una pasantía en DigiCash. Cuando recibió 10 Bitcoins de Satoshi Nakamoto en enero de 2009, simplemente escribió en Twitter: "Ejecutando Bitcoin."
Este tuit ordinario se convirtió en uno de los registros más famosos en la historia de las monedas digitales. Desde el laboratorio de DigiCash, pasando por la lista de correos de los criptopunks, hasta el nacimiento de Bitcoin, una revolución que había estado gestándose durante casi dos décadas finalmente encontró su nueva forma.
El primer conflicto
En 2011, Bitcoin llamó la atención de Washington por primera vez.
Después de que WikiLeaks fue bloqueado por las compañías de tarjetas de crédito y bancos, comenzó a aceptar donaciones en Bitcoin. Esto mostró al mundo el verdadero poder de Bitcoin: es ineludible e inbloqueable.
El senador Charles Schumer emitió una advertencia en una conferencia de prensa, diciendo que Bitcoin es "una herramienta de lavado de dinero en forma digital". Esta fue la primera vez que el gobierno de Estados Unidos se pronunció públicamente sobre Bitcoin.
Se avecina una tormenta
En 2013, una crisis inesperada le dio a Bitcoin un nuevo reconocimiento.
La crisis bancaria de Chipre estalló, y el gobierno confiscó directamente depósitos de las cuentas de los ahorradores. Esto mostró al mundo la fragilidad del sistema financiero tradicional: tus depósitos realmente no te pertenecen.
El precio de Bitcoin superó por primera vez los 1,000 dólares. Pero lo que vino después fue una represión aún más severa por parte del gobierno. Ese mismo año, el FBI cerró el mercado de la dark web "Silk Road" y confiscó 144,000 Bitcoins. El gobierno parecía estar demostrando que Bitcoin era una herramienta para criminales.
La reacción del sistema
En 2014, las criptomonedas enfrentaron su primera crisis importante. El intercambio de Bitcoin más grande del mundo, Mt.Gox, cerró repentinamente y 850,000 Bitcoins desaparecieron sin dejar rastro. Eso equivalía al 7% de todos los Bitcoins en circulación en ese momento.
Los gobiernos de varios países comenzaron a fortalecer la regulación bajo el pretexto de proteger a los inversores. En 2015, el estado de Nueva York lanzó un estricto sistema de BitLicense, un marco regulatorio conocido como "la lupa de los operadores de moneda digital", que forzó a muchas empresas de criptomonedas a abandonar Nueva York.
Pero cada crisis ha hecho que esta industria se vuelva más fuerte, y lo más importante, estas crisis han demostrado un punto clave: incluso si los intercambios centralizados pueden fallar, la red Bitcoin en sí sigue siendo sólida como una roca. Ese es el valor del diseño descentralizado.
Avance institucional
El año 2017 marcó un importante punto de inflexión para las criptomonedas. Ese año, Bitcoin pasó de 1,000 dólares a 20,000 dólares. Pero más importante aún fue el avance institucional: la Bolsa de Comercio de Chicago (CME) y la Bolsa de Opciones de Chicago (CBOE) lanzaron contratos de futuros sobre Bitcoin.
Esto marcó el comienzo de la aceptación oficial de Wall Street de este antiguo activo subterráneo. La actitud de los reguladores también comenzó a cambiar sutilmente, pasando de la negación total a intentar entender y regular.
Pero el verdadero punto de inflexión ocurrió en 2020. La pandemia de COVID-19 estalló y los países iniciaron una expansión monetaria sin precedentes. En este contexto, los inversores institucionales comenzaron a reexaminar el valor de Bitcoin.
En agosto, el CEO de MicroStrategy, Michael Saylor, anunció que convertiría los fondos de reserva de la empresa en Bitcoin. Esta decisión desencadenó una reacción en cadena en el mundo empresarial. En febrero de 2021, Tesla anunció la compra de 1.5 millones de dólares en Bitcoin, noticia que sacudió toda la industria financiera.
Capítulo Seis: La última batalla
En 2021, el gobierno de Biden lanzó una ofensiva total contra la industria de las criptomonedas. Esta vez, la represión del gobierno fue más organizada y completa que nunca. Hace treinta y tres años, después del fracaso del proyecto de ley S.266, el gobierno no pudo detener el desarrollo de la tecnología de cifrado. Ahora intentan controlar las criptomonedas a través de la regulación.
Pero la situación ya no es la misma. Bajo la superficie de una tormenta regulatoria, las criptomonedas han echado raíces profundamente en cada rincón de la sociedad moderna: más de 50 millones de estadounidenses poseen criptomonedas, las principales empresas de pagos han comenzado a aceptar pagos en criptomonedas y Wall Street ha establecido líneas de negocio completas para las criptomonedas, las instituciones financieras tradicionales están comenzando a ofrecer servicios de criptomonedas a sus clientes.
Más importante aún, la nueva generación ha aceptado por completo la filosofía de los criptopunks. Para ellos, la descentralización y la soberanía digital no son conceptos revolucionarios, sino hechos evidentes. Este cambio de mentalidad tiene un significado más profundo que cualquier innovación técnica.
En 2022, el mercado de criptomonedas enfrentó una grave crisis. El colapso de FTX sumergió a toda la industria en un invierno. En 2023, la industria de criptomonedas comenzó a recuperarse. Cada crisis hacía que la industria fuera más madura y más regulada. La actitud de los reguladores también comenzó a cambiar sutilmente, de una represión pura a buscar un marco regulatorio razonable.
El giro de la historia
En 2024, se produjo un giro irónico. Trump hizo de la innovación en criptomonedas una parte importante de su campaña, prometiendo crear un entorno regulatorio más amigable para la industria de las criptomonedas. Su compañero de campaña, el senador de Ohio J.D. Vance, es un poseedor de Bitcoin y ha estado en la vanguardia de la innovación en criptomonedas durante años. Ganaron las elecciones presidenciales con una victoria aplastante.
Hace treinta y tres años, cuando Biden propuso el proyecto de ley S.266, pensó que estaba defendiendo el orden. Pero la historia siempre es irónica: este proyecto de ley se convirtió en la chispa de una revolución que cambiaría la civilización humana. Ahora, está a punto de entregar la presidencia a un sucesor que apoya las criptomonedas. Este giro de los acontecimientos llegó de forma tan natural: cuando una revolución finalmente triunfa, incluso los antiguos oponentes tienen que reconocer su valor.
Pero para los criptopunks, ganar el reconocimiento del gobierno nunca fue el objetivo final. Como Satoshi Nakamoto dijo una vez, Bitcoin es una herramienta que permite a todos obtener soberanía financiera. La actitud del gobierno es solo un hito en el camino, testificando cómo la tecnología de cifrado pasó de ser un movimiento subterráneo a la vida cotidiana, cómo un experimento técnico se convirtió en una fuerza que cambia el mundo.
Desde la resistencia inicial de criptógrafos y programadores hasta hoy, cientos de millones de personas utilizan criptomonedas; desde los experimentos de los geeks en garajes hasta convertirse en una fuerza que sacude el sistema financiero global; desde ser considerados ideales utópicos hasta a punto de convertirse en la base de un nuevo mundo. En esta guerra que ha durado una generación, los criptopunks han sido subestimados una y otra vez. Se les ha llamado idealistas, extremistas e incluso criminales. Pero simplemente creen obstinadamente: la verdad matemática finalmente superará el poder político, y la libertad descentralizada finalmente vencerá el control centralizado.
Ahora, sus sueños se están convirtiendo en realidad. La tecnología de cifrado ya no es un arma oculta en la oscuridad, sino la antorcha que ilumina una nueva civilización. Está reconfigurando cada aspecto de la sociedad humana: cuando las billeteras se convierten en contraseñas, cuando los contratos son ejecutados por programas, cuando las organizaciones son gestionadas por código, cuando la confianza se basa en matemáticas, este mundo se encuentra ante la puerta de una nueva civilización.
En los futuros libros de historia, 2024 puede ser recordado como el año de la victoria de la revolución criptográfica. Pero la verdadera victoria no radica en el reconocimiento de un gobierno, sino en la conciencia de millones de personas comunes.
Este es el regalo de los criptopunks, un nuevo mundo construido por código y protegido por matemáticas. En este mundo, la libertad, la privacidad y la confianza ya no son eslóganes, sino que están presentes en cada línea de código, cada bloque y cada conexión punto a punto.