El mercado de las criptomonedas siempre ha sido un escenario de emociones y fluctuaciones inesperadas de precios. En 2009, cuando se creó Bitcoin, el mundo fue testigo de altibajos, alzas masivas y crisis. En un entorno tan externo, no siempre es fácil abandonar la estrategia correcta y mantener la calma.

Imagine un inversor que ha vivido varios ciclos de auge y caída del mercado de las criptomonedas. Ha pasado por momentos en los que todo parece estar encaminado hacia el éxito financiero, y momentos en los que todo parece desmoronarse. En cada etapa recopiló información, analizó gráficos y escuchó los consejos de “expertos”. Sin embargo, en algún momento algo sale mal.

En la cabeza de este inversor aparece una mezcla de diferentes sentimientos y pensamientos. Le hacen preguntas: “¿Vender o mantener?”, “¿Quién tiene razón, los expertos o los gráficos?”, “¿Podrá, por supuesto, subir aún más o ya es el pico?” Es en este momento cuando las emociones comienzan a atormentar a una persona. Existe el deseo de vender sus altcoins para obtener una ganancia inmediata y luego volver a comprarlas cuando los precios bajen.

Es natural sentirse ansioso, especialmente cuando hay dinero en juego. Pero es importante recordar que el comportamiento emocional puede provocar fallos en el mercado. Muchos inversores, engañados por sus sentimientos naturales, toman decisiones que posteriormente les provocan pérdidas.

Hay dos tipos de deterioro que amplifican particularmente estas fluctuaciones emocionales. La primera categoría son aquellos que deciden vender sus activos, olvidándose de su política agresiva, radicalmente rápida, pero con pocas ganancias. Se olvidan de todo el trabajo, la investigación y el análisis realizados en aras de obtener entre un 10 y un 20% de beneficios. Como resultado, pueden perder oportunidades de obtener ganancias mucho mayores en el futuro.

La segunda categoría son los inversores que ejercen control sobre sus activos y toman decisiones de compra de activos en su punto máximo cuando el mercado está en un estado de fomo (miedo a perderse algo). Escuchan a docenas de expertos que predicen la luna y se sienten obligados a invertir, incluso si han visto muchas situaciones similares antes.

Es importante recordar que el mercado de las criptomonedas no siempre se comporta favorablemente. Vender activos con la intención de recomprarlos a un precio más bajo no es una estrategia sostenible. Puede que aporte un éxito temporal, pero a distancia es poco probable que se justifique.

En lugar de reaccionar a las emociones y escuchar buenos consejos, los inversores deberían ceñirse a su plan. Este plan debe incluir activos financieros prudentes, una gestión de riesgos prudente y un compromiso con inversiones a largo plazo. En muchas crisis, la clave ha sido apegarse a los principios correctos y escuchar el ruido del mercado.

Te recordamos que invertir en criptomonedas implica riesgos, y cada inversor debe tomar sus propias decisiones en función de sus conocimientos y objetivos financieros. El plan y la disciplina pueden ser tus aliados en este suave camino.