En 1998, un estudiante universitario llamado Michael Foster estaba navegando por los primeros sitios de comercio electrónico cuando se topó con una extraña oferta de un proveedor de servicios de Internet (ISP) incipiente. La empresa, ansiosa por atraer nuevos clientes, ofrecía “Acceso ilimitado a Internet de por vida” por una tarifa única de 300 dólares. En ese momento, la mayoría de la gente utilizaba conexiones por acceso telefónico e Internet todavía se consideraba más una novedad que una necesidad, por lo que la oferta no atrajo mucha atención. Pero Michael, un estudiante de informática apasionado por los juegos y los medios digitales, vio inmediatamente el potencial.
Pagó rápidamente el plan y lo que comenzó como un uso ocasional de Internet pronto se convirtió en algo mucho más grande. En los años siguientes, Internet de banda ancha comenzó a ganar terreno y Michael se encontró siendo una de las pocas personas con velocidades ultrarrápidas por una fracción del precio que pagaban otros. A medida que los juegos en línea, la transmisión de videos y el intercambio de archivos se volvieron más comunes, Michael aprovechó al máximo su ancho de banda ilimitado. Albergó servidores de juegos, dirigió un sitio web popular para descargar software gratuito de código abierto e incluso comenzó a transmitir películas de alta definición para sus amigos.
En 2005, el uso de Internet de Michael había crecido exponencialmente. Su casa se convirtió en el centro de los torneos de juegos y las descargas de medios de su barrio. Estaba consumiendo ancho de banda a un ritmo asombroso, y el ISP, ahora una empresa mucho más grande después de una serie de fusiones, tomó nota. Descubrieron que la conexión de Michael estaba consumiendo una parte importante de la capacidad de su infraestructura local. Lo que antes era una promoción inofensiva para un ISP de poca monta se había convertido en una pesadilla logística.
Al principio, la empresa intentó limitar su velocidad, pero Michael mencionó los términos originales del contrato, que prometían “acceso ilimitado sin restricciones”. Luego, intentaron limitar su ancho de banda, pero él presentó una demanda, argumentando que el contrato de por vida no tenía tales cláusulas cuando firmó. A medida que el caso se alargó, se convirtió en un tema de discusión en los círculos tecnológicos. ¿Cómo podía un ISP ofrecer acceso ilimitado y luego dar marcha atrás cuando alguien realmente sobrepasó los límites?
En 2010, el caso se había convertido en una importante batalla legal, en la que la empresa intentaba argumentar que nadie podía haber previsto la rápida evolución de Internet, mientras que Michael sostenía que debían cumplir con su acuerdo. Al final, la demanda se prolongó durante años, atrayendo la atención de los medios y convirtiéndose en una advertencia sobre los peligros de las promociones demasiado generosas en el cambiante panorama tecnológico.
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