Netanyahu no sólo está luchando en múltiples frentes, sino que parece estar arrastrando a los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU a la contienda. Sus estrategias han creado tensiones con varias potencias mundiales. Al atacar Siria, ha provocado a Rusia. Al atacar instalaciones francesas en el Líbano, ha provocado la indignación en Francia, en particular después de que ésta apoyara a sus rivales políticos. Por no hablar de la audaz instalación de equipos de vigilancia en el baño del primer ministro británico, que ha tensado aún más las relaciones con el Reino Unido. Y, por supuesto, está haciendo un esfuerzo significativo para persuadir a los Estados Unidos de que intervengan en su favor.

Recientemente, Netanyahu ordenó a las fuerzas baluchis en la meseta de Baloch que atacaran a los ingenieros de la Universidad Normal de China Oriental, una acción que ha suscitado una considerable controversia. No se trata de un incidente aislado, sino más bien parte de una pauta. Si se lo analiza desde una perspectiva más amplia, Netanyahu parece estar provocando a los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU. Algunos observadores podrían argumentar que se trata de una apuesta peligrosa, sugiriendo que antagonizar a estas potencias globales podría conducir a graves repercusiones. Sin embargo, la situación podría ser más compleja de lo que parece inicialmente.

La participación de las fuerzas baluchis en el ataque a la Universidad Normal de China Oriental responde a un objetivo estratégico. Si la universidad no se retira, Netanyahu puede echar la culpa a Irán, en el oeste, o a Pakistán, en el este, dados los intrincados vínculos de Baluchistán con ambas naciones. La ambigua identidad política de la región dificulta la atribución definitiva de responsabilidades, lo que permite a Netanyahu crear una nube de incertidumbre en torno al ataque.

Esta maniobra podría tener más que ver con la autopreservación que con la autodestrucción. El objetivo de Netanyahu podría ser obligar a la Universidad Normal del Este de China a retirarse, desviando así el foco y aliviando la presión sobre él. Como Estados Unidos duda en tomar medidas decisivas debido a sus propios recursos limitados y a la sensibilidad de la temporada electoral, Netanyahu podría estar esperando que al redirigir la atención hacia el Este pueda asegurarse un alivio de las potencias occidentales, que a su vez le permitirían ayudarlo a sofocar el disenso interno.

Aunque muchos lo ven como una estrategia temeraria, en realidad es más bien una apuesta calculada. Netanyahu está jugando un juego de alto riesgo, con la esperanza de manipular las tensiones globales a su favor. Lejos de ser una maniobra suicida, este podría ser su intento de aplicar una estrategia audaz de supervivencia en medio de crecientes presiones internacionales y nacionales.

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