Las bolsas de criptomonedas suelen manipular los mercados explotando posiciones largas y cortas para desencadenar liquidaciones, estabilizar los precios y obtener ganancias en el proceso. Al subir o bajar los precios intencionalmente, las bolsas pueden obligar a los operadores a liquidar, en particular a aquellos que utilizan posiciones apalancadas. Esto no solo estabiliza los precios volátiles, sino que también permite a las bolsas cobrar tarifas sustanciales por cada operación y evento de liquidación.
Los cazadores de liquidez, grandes actores que explotan los movimientos de precios, también se benefician de esta manipulación. Buscan activamente zonas de precios donde es probable que se produzcan liquidaciones y empujan los precios hacia esas zonas. Cuando esto sucede, se produce una cadena de liquidaciones forzadas, lo que crea más volatilidad, lo que aumenta el volumen de operaciones y las ganancias tanto para las bolsas como para los cazadores de liquidez.
Esta práctica genera inquietudes sobre la equidad. Las bolsas, que deberían funcionar como plataformas neutrales, a menudo parecen actuar en su propio interés, generando volatilidad para desencadenar liquidaciones deliberadamente. La falta de regulación en el mercado de criptomonedas permite que estas acciones pasen desapercibidas, lo que deja a los comerciantes minoristas en desventaja.
Sin una supervisión regulatoria, las bolsas siguen sacando provecho de la inestabilidad del mercado, manipulando los precios y creando un campo de juego desigual para los operadores. Los inversores minoristas, especialmente los que utilizan apalancamiento, son los más vulnerables a estas tácticas y suelen perder cantidades significativas debido a liquidaciones inesperadas.
En este entorno, se hace cada vez más claro que las bolsas no son simplemente facilitadores del comercio sino actores activos en un sistema sesgado a su favor.