En 1925, Victor Lustig llevó a cabo la mayor de las estafas: vendió la Torre Eiffel. No una, sino dos veces. ¿Y adivina qué? Nunca fue su dueño. Con su encanto y un título gubernamental falso, Lustig convenció a dos ricos empresarios de que podían comprar el emblemático monumento de Francia para convertirlo en chatarra. ¿Audaz, verdad?

La primera víctima, André Poisson, ansioso por conseguir una gran oportunidad, incluso ofreció un soborno para cerrar el trato. Lustig tomó el dinero, desapareció y la estafa pasó desapercibida. Pero Lustig no había terminado. Regresó, intentó el mismo plan de nuevo, pero esta vez el comprador sospechó y lo denunció. Para entonces, Lustig ya se había ido hacía tiempo, huyendo a los EE. UU. con los bolsillos llenos de dinero robado y dejando atrás una Torre Eiffel que aún sigue en pie.

La historia de Victor Lustig es una prueba de que la audacia y el ingenio pueden crear leyendas, incluso si la estafa era ficticia. Después de todo, ¿cuántas personas pueden decir que vendieron la Torre Eiffel dos veces sin haber sido nunca sus dueños? 😎 #CryptoLegends #BoldMoves #TelegramCEO #CPI_BTC_Watch #Write2Earn!