Osario ya tiene 21 conductores para su marca Bit-Driver y ha obtenido suficientes ganancias para comprar cuatro vehículos de alquiler
El taxista Napoleón Osorio sale de la sede de la ONG My First Bitcoin en San Salvador el 4 de septiembre de 2024. — AFP
El taxista Napoleón Osorio sale de la sede de la ONG My First Bitcoin en San Salvador el 4 de septiembre de 2024. — AFP
SAN SALVADOR: Napoleón Osorio se enorgullece de ser el primer taxista en haber aceptado pagos en Bitcoin en el primer país del mundo en hacer de la criptomoneda una moneda de curso legal: El Salvador.
Atribuye a la decisión del presidente Nayib Bukele de apostar por Bitcoin hace tres años el haber cambiado su vida.
"Antes estaba desempleado [...] y ahora tengo mi propio negocio", dijo el empresario de 39 años, que utiliza una aplicación para cobrar los viajes en Bitcoin y ahora dirige su propia empresa de alquiler de coches.
Hace tres años, el líder de la nación centroamericana se arriesgó mucho al poner en circulación el bitcoin legal en un intento de revitalizar la economía de El Salvador, dolarizada y dependiente de las remesas.
Invirtió cientos de millones de dólares de dinero de los contribuyentes en la criptomoneda, a pesar de las advertencias sobre los riesgos de volatilidad de las instituciones globales.
Osorio atribuyó el mérito al fundador estadounidense de la ONG "My First Bitcoin", John Dennehy, por alentarlo a aceptar pagos en la criptomoneda.
Ahora tiene 21 conductores trabajando para su marca Bit-Driver y ha obtenido suficientes ganancias con el aumento de la moneda para poder comprar cuatro vehículos de alquiler.
Es un padre divorciado de dos adolescentes y ya no tiene problemas para pagar su educación.
Se ofrece como opción
Si bien Osorio se ha vuelto relativamente rico con el bitcoin, un estudio del Instituto Universitario de Opinión Pública mostró que el 88% de los salvadoreños aún no lo han usado.
"Desde el principio [...] quedó claro que era una medida claramente desacertada y que la población rechazaba", explicó a la AFP la directora del instituto, Laura Andrade.
Una cuarta parte del PIB salvadoreño proviene de las remesas que envían los familiares, en su mayoría desde Estados Unidos.