La energía es sinónimo de vida. Calienta, enfría e ilumina nuestros hogares. Mueve los camiones que traen nuestras compras. Alimenta los chips que impulsan la revolución de la inteligencia artificial. La energía puede considerarse un derecho humano y, a menos que hagamos la transición a una economía de cero emisiones, nos matará.

La base de una economía de cero emisiones reside en las fuentes de energía renovables y requiere un cambio en la forma en que consumimos energía. A diferencia de la energía basada en combustibles fósiles, estas no producen energía según la demanda, sino cuando brilla el sol y sopla el viento. Por lo tanto, para alcanzar el objetivo de cero emisiones netas lo antes posible, debemos encontrar una manera de integrar activamente a los consumidores finales en el mercado energético.

Este artículo de opinión es parte del nuevo Vertical DePIN de CoinDesk, que cubre la industria emergente de la infraestructura física descentralizada.

Los intentos anteriores de hacerlo han fracasado en gran medida. Las grandes empresas municipales de servicios públicos pagaban tarifas fijas a los hogares que estaban dispuestos a participar en programas de respuesta a la demanda en los que se esperaba que los usuarios apagaran sus aparatos de consumo de energía cuando se lo indicaba una señal centralizada, a menudo un SMS. Pero estos métodos son demasiado imprecisos y costosos de aplicar a gran escala. Tienen dificultades porque se implementan dentro de un sistema que no está diseñado para las demandas específicas de la energía renovable, un sistema construido a lo largo de más de un siglo para dar cabida a los combustibles fósiles. El sistema fósil se caracteriza por una profunda verticalidad y contratos bilaterales entre unos cientos de actores a lo largo de cadenas de suministro que rodean todo el planeta. Pero lo que necesitamos es un sistema que esté estructurado horizontalmente en torno a la energía producida localmente, compartida multilateralmente entre miles de millones de productores y consumidores activos.

El poder de la comunidad

La historia demuestra que es posible. En los albores de la era eléctrica, las redes eléctricas eran una cuestión estrictamente urbana, ya que las zonas rurales carecían de la infraestructura necesaria para conectarse y no eran lo suficientemente rentables para los proveedores de electricidad debido a su escasa población. Por ello, muchas comunidades de todo el mundo construyeron ellas mismas la infraestructura necesaria, organizándose en cooperativas descentralizadas. Los ciudadanos se vieron incentivados a unirse porque cosechaban directamente los beneficios de esta nueva infraestructura.

A medida que se aceleró el uso de combustibles fósiles, comenzamos a consumir estos recursos a un ritmo que excedía con creces su formación natural, quemando en un solo año lo que tardó millones de años en acumularse en la corteza terrestre. Esto provocó que la industria energética se volviera cada vez más compleja y que los consumidores se distanciaran cada vez más del origen y el impacto de su uso de la energía.

En el futuro, la estabilización del sistema energético dependerá menos de la infraestructura física y más de la virtual, es decir, del intercambio de información en tiempo real entre todos los participantes del mercado. Y, una vez más, la infraestructura para lograrlo no está disponible.

Ahora que nos encontramos al borde de un desastre climático, es hora de hacer gala una vez más del poder de la comunidad. No tiene sentido admirar a las grandes empresas energéticas ni a los gobiernos siempre enfrentados: en esta historia, el héroe es el ciudadano común. Y la buena noticia es que, esta vez, contamos con la tecnología que combina el enfoque de poder para el pueblo con la escala sin fronteras con la que las grandes empresas energéticas solo pueden soñar.

DePIN al rescate

La solución se llama DePIN, o redes de infraestructura física descentralizadas. Las DePIN son “aplicaciones descentralizadas que utilizan tokens para incentivar a las comunidades a construir redes de infraestructura física (como movilidad, recarga de vehículos eléctricos, telecomunicaciones, etc.) desde cero”.

Son especialmente adecuados para abordar las complejidades del panorama energético moderno.

A diferencia de los sistemas tradicionales, los DePIN no están limitados por las limitaciones del control centralizado. Operan en un marco basado en blockchain que incentiva la participación a través de tokens criptográficos, lo que garantiza que cada contribuyente, ya sea un propietario de una casa con paneles solares o una pequeña empresa con almacenamiento de baterías, pueda participar en el mercado energético y ser recompensado por sus contribuciones.

Este enfoque descentralizado facilita un sistema energético más resistente y flexible, en el que la oferta y la demanda se pueden equilibrar en tiempo real. Los componentes cruciales son los dispositivos conectados (frigoríficos inteligentes, aires acondicionados inteligentes, cualquier cosa inteligente que tengas en casa (no, tus mascotas no cuentan)) y los datos anónimos de todos los participantes de la red. Cuando la red está en dificultades, los hogares individuales pueden aumentar o disminuir automáticamente su uso de electricidad, lo que ayuda a que la red en general sea más resistente y obtener recompensas simbólicas a través de contratos inteligentes sin confianza.

Los DePIN también pueden permitir el comercio de energía entre pares, en el que el exceso de energía generada por un participante se puede vender directamente a otro, sin pasar por las empresas de servicios públicos tradicionales. Esto no solo reduce el desperdicio de energía, sino que también democratiza el acceso a la energía, lo que permite a las personas tomar el control de su consumo de energía y contribuir a la estabilidad general de la red.

El éxito de la Red Helium en la construcción de una red inalámbrica descentralizada y de la Red Silencio en el monitoreo ambiental demuestra el potencial de las DePIN más allá del sector energético. Estas redes han escalado rápidamente al incentivar a los usuarios a contribuir a la infraestructura de la red, lo que demuestra que un modelo descentralizado puede funcionar a gran escala.

En el sector energético, se pueden aplicar principios similares para crear una red energética descentralizada. Redes como Combinder.io son un excelente ejemplo de una DePIN energética que conecta a consumidores y productores en un ecosistema tokenizado y sin fisuras. Al aprovechar los equipos domésticos existentes, como medidores inteligentes, paneles solares y baterías de almacenamiento, esta red permite a los usuarios participar en programas de respuesta a la demanda y en transacciones entre pares, lo que desbloquea nuevas fuentes de ingresos y contribuye a un sistema energético más sostenible.

Hay mucho en juego

Las consecuencias de no adoptar las DePIN en el sector energético son graves. Sin un enfoque descentralizado, la transición energética seguirá enfrentándose a obstáculos importantes, desde la asignación ineficiente de recursos hasta la incapacidad de integrar plenamente las fuentes de energía renovables. Esto podría conducir a una dependencia continua de los combustibles fósiles, lo que agravaría aún más la crisis climática.

El camino hacia un futuro sostenible y sin emisiones es claro: debemos transformar nuestro sistema energético para empoderar a las personas y a las comunidades para que asuman un papel activo y aceleren la transición energética.

Además de los importantes beneficios para la salud de nuestro planeta, este enfoque también creará enormes oportunidades económicas. Una red descentralizada que permita el intercambio eficiente de energía puede generar miles de millones de dólares en valor. Ofrece fuertes incentivos para que los hogares y las empresas inviertan en energía renovable y tecnologías de eficiencia energética, garantizando que las recompensas financieras se distribuyan equitativamente en toda la sociedad.

La energía es el elemento vital de la sociedad moderna y la forma en que la gestionemos determinará nuestro futuro. Las DePIN ofrecen el camino más prometedor para avanzar, ya que nos permiten alcanzar nuestros objetivos de cero emisiones netas y, al mismo tiempo, crear un sistema energético más equitativo y resiliente para todos. Es hora de recuperar la energía en nuestras propias manos.

Nota: Las opiniones expresadas en esta columna son las del autor y no reflejan necesariamente las de CoinDesk, Inc. o sus propietarios y afiliados.