La IA está impulsando una poderosa ola de cambios en las empresas, desde la integración de tecnología hasta los cambios en los flujos de trabajo de los empleados.

Durante los últimos 15 años, muchas grandes empresas han tenido dificultades con la adopción de nuevas tecnologías como la telefonía móvil, el Big Data y la computación en la nube. Actualmente, la IA se está convirtiendo en un factor obligatorio que obliga a las empresas a cambiar su forma de operar. El problema no es sólo la selección e implementación de tecnología, sino también la capacidad de gestionar el cambio, lo que requiere que las organizaciones enfrenten grandes riesgos.

Uno de los mayores desafíos que enfrentan las empresas es la “deuda técnica”. Actualizar los sistemas tecnológicos existentes para aprovechar al máximo la IA no es fácil, especialmente cuando estos sistemas fueron diseñados para una era tecnológica anterior. Cambiar el núcleo de una empresa siempre conlleva riesgos potenciales, lo que asusta a muchos directivos.

Otro problema es la “inercia institucional”: la dificultad para cambiar las formas de trabajar que han existido durante muchos años. La gente suele tener miedo al cambio, especialmente cuando amenaza su posición y poder. 

A partir de ahí, se puede observar que la gestión del cambio es un factor clave a la hora de implementar nuevas tecnologías. Adquirir e instalar el sistema es sólo una parte del proceso; La parte más difícil es preparar a la gente para usarlo.

El cambio organizacional es difícil y requiere apoyo de arriba hacia abajo. Fuente de la imagen: Andrewgenn/Getty Images IA: una forma completamente nueva de trabajar

La IA aporta un cambio más poderoso que cualquier tecnología anterior, no solo cambia la forma en que las personas trabajan, sino también la forma en que se toman las decisiones. Aaron Levie, director ejecutivo de Box, dijo: "Por primera vez, las computadoras no sólo ayudan a las personas a trabajar de manera más eficiente, sino que también realizan el trabajo que los humanos han hecho antes".

Esto requiere que las empresas reconsideren el papel de la tecnología en la organización, desde la precisión de los datos hasta el entrenamiento de modelos de IA.

Sin embargo, un gran problema al que se enfrentan las organizaciones es cómo demostrar que la IA realmente genera ganancias de productividad. El escepticismo de los empleados, la presión de los defensores de la IA y la dificultad para medir la eficacia están creando tensiones dentro de las empresas.

Jamin Ball, socio de Altimeter Capital, enfatizó en el boletín Clouded Judgment que no adoptar la IA puede hacer que las empresas se queden atrás y pierdan participación de mercado. Mientras tanto, Rita Sallam, analista de Gartner, dijo que la IA no es simplemente una herramienta que ahorra costos, sino que también aporta una forma de trabajo completamente nueva, similar a la aplicación de las computadoras y los procesadores de texto en los años 80.

"La IA fracasará sin cambios desde arriba y sin motivar a los empleados a adoptarla", dijo Karim Lakhani, director del Instituto de Diseño de Datos Digitales de Harvard. Esto significa establecer objetivos claros y crear un entorno para que las personas se sientan cómodas con el cambio, en lugar de imponerlo.

La IA no es sólo una nueva tecnología, sino también una medida de agilidad organizacional. Las empresas afrontarán cambios profundos y su capacidad para adaptarse a la IA determinará su supervivencia futura.