Mi cuñada la engañó hace un año y mi hermano se divorció de ella sin dudarlo. Ayer fui al supermercado a comprar cosas y me encontré con el ex suegro de mi hermano. Mi ex suegro me dijo que mi cuñada estaba gravemente enferma y no viviría mucho.
Cuando escuché la noticia, quedé en shock. ¿Seriamente enfermo? ¡No queda mucho por vivir! Murmuré para mis adentros, como si de repente entendiera algo.
Mi ex suegro me miró con los ojos llenos de impotencia y tristeza. Y continuó: "Sé que todos ustedes la odian, la odian por hacer trampa y la odian por lastimar a su familia. Pero cuando ella lo supo, lo hizo. "No le queda mucho tiempo, se arrepiente y quiere ver a su hermano".
Me quedé atónito, con sentimientos encontrados en mi corazón. Mi hermano y yo estábamos resentidos con nuestra cuñada, pero ahora ella se enfrentaba al final de su vida. No puedo imaginar cómo se sentiría ella en este momento.
Asentí y le expresé mi voluntad de ir a verla. Mi ex suegro me miró agradecido, sabiendo que aquello era una gran concesión para mí.
Regresé a casa y le conté la noticia a mi hermano. El hermano dudó un rato, pero finalmente decidió ir a verla. Llegamos al hospital con el corazón apesadumbrado.
La cuñada que estaba en la cama del hospital estaba tan delgada que estaba casi irreconocible. Su rostro estaba lleno de dolor y arrepentimiento, y cuando nos vio entrar, un rayo de esperanza brilló en sus ojos.
Mi hermano caminó hasta su cama y la miró sin decir una palabra. Los ojos de la cuñada se llenaron de lágrimas y dijo en voz baja: "Lo siento, me equivoqué".
El hermano guardó silencio un rato y luego dijo: "Deja pasar el asunto del pasado".
Mi cuñada rompió a llorar. Le tomó la mano a su hermano con fuerza y le dijo: "Gracias, gracias por venir a verme".
Pasamos algún tiempo con mi cuñada y, aunque sentía dolor, pareció encontrar algo de consuelo. Salimos del hospital con emociones en el corazón.
Este incidente me hizo comprender que por mucho que odiemos a alguien, cuando la vida llega a su fin, todo resentimiento se vuelve insignificante. La tolerancia y el perdón son las mejores maneras que tenemos de afrontar la vida.