En 1963, bajo la mirada decidida de John F. Kennedy, el dólar estadounidense se mantuvo firme, centinela de la estabilidad económica, respaldado por la fuerza inquebrantable del oro. La nación, envuelta en la promesa de prosperidad, confiaba en el brillo de este metal precioso, baluarte contra las mareas de incertidumbre.
Avancemos rápidamente hasta 2024. El escenario está preparado para un cambio sísmico. Donald J. Trump, una figura tan polarizadora como inflexible, presagia una nueva era en la que el dólar estadounidense ya no está anclado en el oro sino en la enigmática fuerza del Bitcoin. Una revolución digital, una moneda liberada del ámbito físico, Bitcoin simboliza el salto audaz hacia el futuro.
El marcado contraste no reside sólo en el medio del respaldo sino en el destino de los hombres que se atrevieron a soñar. Kennedy, cuya visión fue silenciada por el chasquido de la bala de un asesino, se convirtió en un mártir de una época pasada. Trump, atravesando tormentas de controversia y adversidad, sale ileso, un testimonio de supervivencia en un mundo dominado por sombras y susurros.
En las sombras, resuenan los susurros de los Illuminati, un recordatorio de las fuerzas invisibles que dan forma al curso de la historia.
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