Érase una vez la economía:

"En cada crisis, el pueblo paga el precio mientras el sistema se reinicia para seguir alimentando a los mismos de siempre."



El concepto de "robo" que está implícito en el capital mismo, el cual, al ser concentrado en pocas manos, se convierte en una estructura desigual que perpetúa un ciclo de opresión, aunque se disfrace de "progreso". La economía, como la conocemos, está construida sobre la idea de la acumulación y el intercambio de valor, pero esa acumulación muchas veces se hace a expensas de la mayoría, especialmente cuando hablamos de crisis económicas.

En las crisis, aunque las élites y los bancos puedan experimentar ciertas pérdidas momentáneas, son los ciudadanos quienes verdaderamente cargan con el peso. El pueblo es el que ve cómo su dinero pierde valor, cómo los trabajos se precarizan, cómo los servicios públicos se recortan y, sobre todo, cómo su calidad de vida se deteriora mientras los grandes actores económicos siguen siendo los grandes beneficiarios. Los ricos, por lo general, tienen mecanismos de protección para salvarse, ya sea con la diversificación de sus inversiones o con su poder para influir en las decisiones políticas que les permiten mantener su estatus.

Es como si estuviéramos atrapados en un juego donde las reglas están hechas para favorecer a unos pocos, y los demás, los ciudadanos, somos meros peones en un tablero de ajedrez que no controlamos. La mayoría de las veces, las crisis no son accidentes, sino momentos estratégicos para reiniciar el sistema, para “limpiar” los errores cometidos por el propio sistema y, al mismo tiempo, aumentar el control sobre las masas. Y la paradoja más cruel es que, en este reinicio, el pueblo paga el precio mientras los poderosos tienen la oportunidad de acumular aún más riqueza.

Quiero que pensemos en quién es el verdadero villano en todo esto. No es solo el banco central, ni las grandes corporaciones, ni los políticos que implementan políticas que favorecen a estos actores. El verdadero villano es el sistema mismo, un sistema que está diseñado para concentrar poder y riqueza en pocas manos, sin importar el costo humano que eso implica. El sistema bancario, en su forma más abstracta, es solo un mecanismo dentro de una estructura mucho más grande de control y desigualdad. Al final del día, el capital mismo es una forma de "robo" institucionalizado, en el que el valor que generan las personas se acumula en los bolsillos de unos pocos, mientras que las grandes masas quedan atrapadas en una rueda que no parece detenerse.

El capitalismo, en su forma más cruda, está basado en la explotación. Y la crisis es solo un recordatorio de que, aunque nos vendan la idea de que todos perdemos un poco, los que realmente salen mal parados son los más vulnerables. Los ciudadanos son los que sufren la devaluación, el desempleo, el hambre, la pobreza. Los ricos pueden perder dinero, pero siempre tienen formas de recuperarse. Ellos no solo son los beneficiarios directos del sistema, sino también los que tienen el poder para crear las crisis y luego aprovecharse de ellas.

Así que, aunque en la superficie pueda parecer que las crisis son una especie de "ajuste" para los grandes jugadores, lo que realmente ocurre es que se reconfiguran las reglas del juego, pero las personas comunes siguen siendo las que realmente pagan el precio. Y ese es el ciclo que nos mantiene atrapados: las crisis no son momentos para que el sistema cambie, sino para que se fortalezca, dejando al pueblo en el mismo lugar, solo con más incertidumbre y desesperanza.

El verdadero villano no es solo una persona o una entidad, sino el propio sistema que ha creado esta falsa sensación de equidad mientras sigue explotando a los mismos de siempre. Y, tristemente, parece que la historia se repite una y otra vez.


Crypto Madam ✨